Querer decir todo y terminar diciendo nada
El error de la comunicación que nace del ímpetu
Todos nos hemos vuelto inmersos en un negocio de manera directa o indirecta, ya sea con nuestros propios recursos o con los de otras personas, los hemos heredado o los hemos iniciado. En fin las posibilidades son bastante amplias.
Pero al mismo tiempo que nos involucramos cada vez más con este negocio nos damos cuenta de que sus necesidades se van ampliando ya sea en sus aspectos logísticos, de producción o como es el caso que aborda este post en términos de comunicación visual.
Entonces vemos la necesidad de la implementación de un logo, logotipo, marca, letrero, etc., o en otras palabras lo que necesitamos es dar a conocer a nuestro proyecto y aquí es donde salta la pregunta:
¿Qué es lo que queremos dar a conocer?
Pero surge un problema cuando los clientes desean que el identificador comunique más de una idea y de ahí la confusión de los usuarios cuando no saben distinguir cual es la oferta exacta que ponemos frente a ellos ya que su mente se puede llegar a perder entre varios elementos gráficos.
He aquí la recomendación más importante: reducir a una idea clave lo que queremos comunicar en nuestro identificador, es decir si nuestro negocio es familiar y gira en torno a la venta de bicicletas, pues debemos elegir centrarnos en posicionar el nombre familiar o la imagen de una bicicleta.
A propósito de esto sugiero la lectura del libro Don’t Make Me Think de Steve Krug, cuya temática si bien gira en torno al diseño web, el principio es el mismo de lo que se trata este post, es decir hacer que el cliente descifre la menor cantidad de códigos posibles y se quede solo con aquellos que lo llevará a tomar la acción que deseamos.
Elegir exactamente qué queremos decir es un ejercicio primordial para poder alinear mejor las estrategias de comunicación y dejar de saturar nuestros materiales con elementos visuales que no harán otra cosa que confundir a nuestros potenciales clientes.
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